sábado, marzo 22, 2008

El rojo de Humberto Eliash





El rojo, rojo de los obispos, de las prostitutas, de la pasión, de la violencia, del letrero pare, de la bandera (chilena), de la cocacola, en fin. Recuerdo una vez en un siquiátrico, en un evento artístico familiar, un interno pintó una muralla de rojo. El director mandó a pintarla de blanco. Reclamé en defensa del loco, ya que la obra era magnífica (texturas de varios rojos, chorreados, salpicados). Su explicación fue que ése color excitaba a los internos en vez de calmarlos. Me pareció pertinente su razonamiento, aunque lo lamenté. En el mundo de los "cuerdos", aparentemente el rojo no hace peligrar nuestra integridad de ciudadanos, por lo que Humberto se atreve. Se atreve a hacerlo bajar por las escaleras, a subir por los muros y descolgarse por las ventanas. Mal que mal, entre tanta seriedad y cordura, un poco de locura es bienvenida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante el tema de los colores...
Como y donde... no da igual
ya que estos nos causan efectos, cada color tiene psicológica y espiritualmente un sentido, en particular el rojo "padre de la vitalidad" que conduce a estados positivos como la energía, la fuerza, la pasión, impulsa las sensaciones intensas de la vida y por otro lado (negativo) mas que nada simbólico nos evoca odio, violencia, muerte, es increíble como fisiológicamente nos repercute lo que perciben nuestros sentidos, por lo que es importante tener muy en cuenta donde los usamos, ¿cual es la intención de pintar ese lugar con tal color? ¿Que queremos provocar en el usuario o habitante? o talvez no intentamos provocar algo a otros sino expresar el propio estado cromático interior...

Bueno sin duda un tema que nos da para reflexionar.