Y ya que Humberto nos propone el rojo, desde Valdivia le respondemos con 4 rojos. El primero es un block de los años 60 (o antes) en el barrio regional, que a pesar de lo descascarado, irradia imponencia con su rojo tierra denso y profundo. El segundo, la torre de los bomberos en Errázuriz, que cuando recién la pintaron era de un rojo furioso y a medida que pasan los meses la furia se le va terminando y va quedando más bien un amable naranjo rojizo. El tercer rojo es la fachada sur del 787 o Última Frontera, que corresponde a un rojo oscuro mezcla de pintura original con mucha intervención del tiempo: musgos, tierra, hongos y deslave de las intensas lluvias sureñas. A pesar de esto, maravilloso, recomiendo contemplarlo en las tardes cuando le llega el sol desde el río. Y el útimo, un rojo polémico en la ciudad: el techo de la iglesia de San Francisco y su convento, transformado ahora en edificio público. Demasiado rojo dicen algunos, no se junta con el edificio, parece un ente que le pusieron encima. Rojo alegre dicen otros, se ve desde cualquier punto alto de la ciudad. Uno que tiene una opinión especializada es el químico de Ceresita, que le hace el seguimiento desde el principio, y dice que pintaron con un producto no adecuado al material y que el rojo se esta descascarando. No le da mucho tiempo más de vida. Esta deshauciado. Pobre rojo...pero no va a desaparecer, lo más probable es que termine, para suerte de sus detractores, por fundirse con la piedra del edificio.
