Este año hicimos de nuevo el ejercicio y llegaron a conclusiones similares que las del año pasado, como que los colores "que no me gustan" se ven bastante bien juntos y los que "sí me gustan" son a veces odiosos. Algunas fueron bastante curiosas, como A. que odia el color rojo porque le recuerda a los comunistas. Esta es una manera de acercarse al color de modo muy intuitivo, relajado, como una conversación que no se sabe dónde llegará. Después nos ponemos más serios y dirigimos el pincel donde queremos ir.
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