El martes llegó Hervé Ficher desde Santiago, donde realiza una muestra en el
Museo de Bellas Artes, feliz de encontrarse con un precioso día de sol. En Santiago había pasado 10 días de lluvia. Lo recibimos en mi casa, con un buen vino chileno (movidas del Fischer valdiviano!), el cariño de la cocina sureña y la feliz concidencia de encontrarse con un
mosquero local. Esa noche conversamos de color, y es que Hervé ha estudiando vastamente la relación entre sociedad y color. Me decía que el color ha pasado por épocas y sociedades. Por ejemplo la clase alta en la Edad Media era muy colorida, pero a partir del puritanismo de Lutero esto cambia y aparece la vestimenta blanco y negro como símbolo de recato y sobriedad. Eso permanece hasta hoy. Sin embargo en el romanticismo aparecen nuevamente algunos colores. Y hoy, con los nuevos medios de comunicación, los colores cambian continuamente. Antiguamente, los colores eran usados como íconos, asignándole a cada uno un significado. En su
biografía promete publicar pronto un libro sobre este tema. Al día siguiente ofreció una
charla en la universidad, donde presentó su obra y luego respondió preguntas. El público era principalmente estudiantes de arquitectura, de periodismo y de antropología. Algunos profesores. Y un par de artistas locales. Hervé explicó
el uso de colores en sus pinturas: son la parte humana o lúdica de sus códigos de barra o sus códigos de ADN (ya que en estos códigos normalmente no tiene sentido el color), son la parte de creación y de libertad que lo hacen humano.